El arte de intimar

Intimar es un arte. Y es el arte de estar en intimidad cuando eres capaz de ser tu mismo sin cambiar para seducir al otro o evitar su juicio o su ignorancia por miedo, surge cuando eres auténtico, cuando muestras tu manera de ser y de comportarte incluso ante la personalidad más dura y resistente. Intimar es dejarte acariciar el alma y a la vez acariciar el alma del otro.

Y acariciar el alma, es cuidar las palabras , directas a veces, sutiles otras, pero capaces de destapar emociones muchas veces por largo tiempo olvidadas. El buen seductor, sabe que no hay mayor atracción que la de dos mentes que encajan, que se buscan y se descubren más allá de la piel y los sentidos. Porque acariciar el alma es renacer en el otro sin dejar de ser uno mismo.

Si lo pensamos bien, suelen ser muy pocas las veces en que llegamos a experimentar una auténtica intimidad con alguien, pasando por alto lo físico para disfrutar con una armonía de gustos, placeres, conocimientos y complicidades que crean instantes maravillosos imposibles de olvidar.

Es esta carencia la que mas se añora en este tiempo. Es una de las principales causas de depresión y de ansiedad.

Pues no hay nada mas curativo que una buena intimidad real, profunda y surgidora del alma desnuda sintiéndose cuidada y respetada en su esencia.

Es una aventura maravillosa que muchos añoran experimentar. pero parece dificil de conseguir , sin embargo , solo lo parece, pues en realidad solo requiere de un desarrollo personal para ir quitando las capas mas gruesas y puntiagudas que nos ponemos a modo de protección.

Antes de conseguir compartir quien eres con otra persona de manera honesta puedes haberlo ensayado con alguien que te lo facilite.Un coach, por ejemplo.

Buscamos intimar , pero la mayoría de veces, lo buscamos como no toca. !Tan torpemente!. Asustados, desconfiados, fingidos, aburridos, sobreactuados,…

Buscamos esta experiencia en la belleza. Esa que atrae y fascina. Nos gustan los rostros armónicos, los cuerpos bien proporcionados y las sonrisas que desprenden una brillante calidez. Ahora bien, la belleza no está en el físico donde todos la buscan, sino en el corazón donde pocos saben llegar. Y es que nos guiamos por lo primero, y nos olvidamos de lo segundo. Porque lo más seductor de una persona no es su cuerpo cuando la ves, sino su corazón cuando la conoces.

Como dice Joaquin Sabina: “Serás todo lo bonita que quieras, pero si el mundo fuera ciego, ¿a cuánta gente impresionarías?

El arte de intimar debe ir más allá de lo físico.

La auténtica atracción reside en esa personalidad que ha sabido formarse a sí misma, que ha resuelto sus inseguridades, que ha cubierto sus carencias y que a su vez, dispone de un conocimiento interior donde no hay temblores ni dudas paralizantes. Bastantes certezas, al menos en lo básico, al menos en tu orden de valores.

Toda intimidad empieza por intimar  contigo mismo. Con tu vida, con tus objetivos, con tus sombras más oscuras que siempre ocultaste , con tus temores e incluso con tu deseo.

Porque al fin y al cabo, una persona más seductora es aquella que conoce sus puntos fuertes, aquella que utiliza sus virtudes para mostrar lo mejor de sí misma, para cautivar y conseguir cercanía con aquellos que le rodean.

En la relación de intimidad hay que ir muy rápido para empatizar, y cauteloso para juzgar.

Hay que dar la oportunidad al otro ,muestre lo que muestre, esté como esté, pues sabes que buscas el ser mas allá del estar transitorio de una circunstancia. Muchas relaciones que hubieran tenido futuro, se cortaron por este rechazo inicial . “Es que es demasiado serio“, “es que eres demasiado mayor para mi“,” es que me recuerdas a mi ex ” … Etiquetas, etiquetas y más etiquetas. Lo importante no es la etiqueta, es la persona.

Preocúpate de lo que esa persona te hace sentir y olvida toda clase de proyección a futuro

La verdadera intimidad es muy parecida a cualquier arte.  El momento en que el artista sabe crear desde el vacío, el misterio, la pura inspiración, sin saber que sucederá pero asumiendo el riesgo con coraje y curiosidad inocente de un niño.

Así, cuando quieras intimar con una persona, suéltate. Deja de racionalizar con tu mente. Conecta con tu naturalidad. Sé más de lo que ya conoces. Disfruta el instante presente, deja que sea único .

No te coloques por delante ni por detrás, solo a su lado.

Abre poco a poco tus candados emocionales y permítete descubrir que no morirás en el intento.

Si quieres conocer la verdadera magia de la intimidad, más allá de lo físico; no juegues con estrategias, ni falsas actitudes, ni tiempos de espera, ni condiciones.

Así encontraras lo que todos buscamos incansablemente, la unión.

Eso es el amor y el amor siempre vale la pena.

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